La primera píldora anticonceptiva: la historia detrás de las mujeres que pusieron el cuerpo para una revolución sexual que las olvidó

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“Las puertorriqueñas que fueron usadas como

El 11 de mayo de 1960 una píldora cambió el mundo. No era solo el efecto del medicamento, sino la posibilidad de gozar sin quedar atadas a la maternidad. Las pastillas anticonceptivas modificaron la forma de disfrutar de la sexualidad y de elegir la maternidad. Ese día, hace 65 años, el organismo que autoriza los medicamentos en Estados Unidos (la FDA, por sus siglas en inglés) aprobó la comercialización del primer anticonceptivo oral que se llamó Envoid.

El 18 de agosto salió a la venta. No fue un lanzamiento más, fue un cambio total en la manera de poder evitar embarazos no buscados y en disfrutar de los encuentros, sin temor por parte de las mujeres, de quedar embarazadas. La creación de la píldora generó la primera revolución sexual. Pero las liberaciones para unas a costa de otras no son una verdadera liberación.

“La salida al mercado de la primera píldora anticonceptiva se produjo en medio de los debates sobre la explosión demográfica y las transformaciones en las relaciones de género, los modelos familiares y las pautas de sexualidad. Ya fuera pensada como un arma del imperialismo o como un símbolo de la liberación femenina, esta pequeña pastilla marcó un punto de ruptura fundamental en la historia de la anticoncepción y la sexualidad”, escribió la historiadora Karina Felitti en el libro La revolución de la píldora, sexualidad y política en los sesenta, de la colección Temas de la Argentina, de Editorial Edhasa.

(Imagen Ilustrativa Infobae)
La píldora anticonceptiva fue aprobada en 1960. Pero, en su experimentación, se explotó a mujeres de Puerto Rico y Haití sin su consentimiento y sin acceso posterior a las pastillas

Felitti reconstruyó un marco histórico que hoy podría ser cantado por Bud Bunny en un hit que muestre el progreso del deseo sexual y el colonialismo de la diferencia entre países ricos y países pobres: “Muchas feministas negras, lesbianas, de países del Tercer Mundo habían dicho que la revolución sexual y la reivindicación de la píldora era algo de las feministas blancas de clase media, pero que no representaba la liberación de todas las mujeres”.

“Para que una feminista de Estados Unidos haya tomado la píldora con tranquilidad, antes una mujer de Puerto Rico había tenido que hacerlo en fase de experimentación”, historizó Felitti. Bud Bunny no solo es un hit, es un símbolo de la reivindicación histórica de Puerto Rico que flamea su bandera. Entre las injusticias que relata su último disco se puede sumar la de las boricuas que pusieron el cuerpo para que otras puedan disfrutar de su cuerpo.

Los inicios de la píldora se enfocan en Estados Unidos. Sin embargo, fue en México, en 1951, donde Luis Miramontes creó la primera progesterona sintética que podía frenar la ovulación: un hallazgo clave para la creación de la anticoncepción oral. Sin embargo, en una acción de claro colonialismo, los ensayos para llegar a la píldora se realizaron con mujeres de Puerto Rico.

En 1955 los científicos John Rock y Gregory Pincus, vinculados con la Universidad de Harvard, habían logrado desarrollar con éxito una pastilla que evitaba la ovulación. Necesitaban hacer una prueba en seres humanos. En Boston, donde estaba el laboratorio, no conseguían voluntarias y otras abandonaban las evaluación por los efectos secundarios como dolor, sangrado y náuseas.

Un cartel en el camino al aeropuerto de San Pedro Sula, Honduras, el 15 de marzo de 2023, reivindicaba la anticoncepción de emergencia con una canción de Bad Bunny. (AP Foto/Ginnette Riquelme)

En la nota “Cómo América Latina fue clave en la historia de la píldora anticonceptiva (y por qué nadie lo celebra)”, de la BBC se denuncia: “Ansiosos por avanzar, los médicos recurrieron a prácticas poco éticas: probaron su píldora en mujeres con enfermedades mentales que eran pacientes de un hospital asociado con Harvard”.

Pero eso tampoco alcanzó. Si querían lograr el permiso de la poderosa Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (más conocida como FDA, por sus siglas en inglés), debían realizar ensayos masivos. Fue entonces que los médicos decidieron ir a Puerto Rico. Y decidir sobre las mujeres sin que les importe su decisión. Eso no es algo admisible en la lucha por el derecho a decidir.

“A diferencia de Estados Unidos, donde existía legislación que restringía el uso de anticonceptivos, en el país caribeño estaban permitidos e incluso eran fomentados por las autoridades, que querían frenar el crecimiento poblacional. Los científicos se asentaron en Rio Piedras, un barrio humilde en el municipio de San Juan, y reclutaron a mujeres de bajos recursos. Se estima que a lo largo de varios años cerca de 1.500 mujeres participaron en las pruebas”, destacó la investigación.

La píldora fue tomada como un símbolo feminista, pero los derechos sexuales y reproductivos jamás pueden ser probados ni usados en mujeres sin su consentimiento, ni para imponerles ser madres o no serlo, sin su decisión informada y tampoco deberían aprovecharse de la desigualdad estructural de mujeres pobres y de países periféricos por parte de países ricos y por intereses económicos.

“Las puertorriqueñas que fueron usadas como ‘conejillos de indias’ por EE.UU. para probar la píldora anticonceptiva”, es otra nota de la BBC, publicada por Ronald Ávila-Claudio, el 7 de septiembre del 2023. En ese informe se cuenta que las experimentaciones no se hicieron con mujeres norteamericanas por sesgos de clase, de etnia y de educación. “Fueron dirigidas a las mujeres más pobres, más racializadas y menos escolarizadas del país”, subrayó Lourdes Inoa, de la ONG feminista puertorriqueña Taller Salud.

Ella también coincidió con el autor del artículo: considera que las boricuas fueron “conejillos de indias”. En la nota se cita el documental La operación, de 1982, dirigido por Ana María García, en donde hay testimonios de mujeres que desconocían ser parte de una investigación, no tenían conocimiento de los riesgos y los efectos secundarios (minimizados y ocultados por los científicos) por lo que no aceptaron ser parte de un estudio y que no se respetó su derecho a decidir sobre su cuerpo y al consentimiento informado.

Las mujeres de Puerto Rico deben ser reivindicadas en el aniversario de la creación de la píldora anticonceptiva (EFE/Thais Llorca/Archivo)

Las mujeres no recibieron ninguna retribución a cambio. Y el 22% abandonó la experimentación por efectos adversos severos cuando las pastillas tenían tres veces más hormonas que las utilizadas en la actualidad.

Las pruebas siguieron en otros pueblos de Puerto Rico, como Humacao, y, después a Puerto Príncipe, en Haití, México, Nueva York, Seattle y California. No solo fue una explotación el origen de las pruebas, sino que, una vez formulada la píldora, las que pusieron el cuerpo no recibieron los tratamientos: explotación pura.

“Tras concluir los ensayos clínicos y una vez que la FDA aprobó el anticonceptivo oral -cuyo nombre comercial fue Enovid- en 1960, los médicos dejaron las islas caribeñas y nunca recompensaron a sus pacientes ni les brindaron el medicamento que habían ayudado a crear”, reconstruyó la BBC.

Las mujeres de Haití fueron usadas como

Ellas no recibieron la ganancia y no ganaban para poder pagarla. No recibieron las pastillas de forma gratuita y pusieron el cuerpo gratuitamente y con costos para su sale. La liberación sexual tenía que ser un sinónimo de independencia y no de reproducción colonial sobre las mujeres.

La liberación femenina no se puede festejar en nombre del sometimiento de las mujeres. Los efectos de la anticoncepción sí, pero, por eso, la primera revolución sexual fue elitista y no democrática como los procesos para conseguir que cada una decida si quiere usarlos, o no, si quiere ser madre, o no serlo y que el acceso sea gratuito para que no tengan barreras las que menos ganan.

Hoy en Estados Unidos no tienen mucho que festejar. Las mujeres tienen más derechos en Argentina y en Puerto Rico. La incidencia de los feminismos generó una vuelta histórica inesperada. Después de la liberación de la píldora vino un fallo histórico que legalizó el aborto en Norteamérica, en 1973. Sin embargo, esa jurisprudencia se derogó en 2022.

En Estados Unidos el pañuelo verde, nacido en Argentina, es un símbolo de liberación frente a las restricciones en el derecho al aborto (EFE/ Octavio Guzmán)

En Argentina, desde el 2020, existe la Ley de Interrupción del Embarazo y en Estados Unidos hay muertes evitables a causa del retroceso. En el 2025 el Premio Pulitzer al Servicio Público fue para la investigación “Vida de la madre, cómo la prohibición del aborto provoca muertes evitables”, de ProPublica por exponer las consecuencias fatales de las prohibiciones del aborto.

“Cuando la Corte Suprema anuló el caso Roe contra Wade, en 2022, los médicos advirtieron que las mujeres morirían, pero los legisladores que aprobaron las prohibiciones estatales del aborto no les hicieron caso. Las peores consecuencias ahora se están haciendo evidentes”, reza la nota.

La primera medida de Donald Trump, cuando asumió su primer gobierno, en 2017, fue cortar con los subsidios internacionales para que las mujeres de América Latina puedan acceder a anticoncepción y abortos legales.

El pañuelo verde es un símbolo de un retroceso histórico de Estados Unidos. Hoy las mujeres norteamericanas tienen menos derechos sexuales que las argentinas (EFE/Shawn Thew)

En su primera presidencia, aproximadamente, el 10% del presupuesto del Fondo de Población de Naciones Unidas fue recortado e implicó la quita de asistencia a 10,5 millones de personas (principalmente mujeres, niñas y jóvenes) en provisión de anticonceptivos y acceso a abortos seguros a través de clínicas de emergencia.

La Corte Suprema norteamericana anuló, el 24 de junio de 2022, el histórico fallo Roe contra Wade, por la composición judicial de magistrados y magistradas de corte conservador. El retroceso implicó que cada Estado tome su decisión y que muchas mujeres se quedarán sin derecho a decidir y, en muchos casos, sin derecho a sobrevivir.

La condición de vanguardia de Estados Unidos se redujo a un país de retaguardia. Mientras que, en 1960, se iniciaba la revolución de la píldora, Argentina permanecía atrás de la renovación. Pero con la triple AAA y la dictadura se profundizó el combate a la anticoncepción.

José López Rega impusó en Argentina la regulación de las pastillas anticonceptivas

El 28 de febrero de 1974, el decreto Nº 659 firmado por Juan Perón y el ministro de Bienestar Social, José López Rega, dispuso el control de la comercialización y la venta de productos anticonceptivos por medio de la presentación de una receta por triplicado y la prohibición de desarrollar actividades relacionadas con el denominado, en ese momento, “control de la natalidad”.

La reconstrucción de Felitti permitió conocer que “la publicación oficial del Movimiento Nacional Justicialista, Las Bases, dirigida por Norma López Rega (hija del llamado Brujo), tituló en marzo de ese año: ‘Píldoras contra la familia argentina. Siniestras organizaciones internacionales en descubierto’”. Y anunciaba una investigación que desenmascaraba “el decálogo de la castración argentina”.

Al regreso de la democracia, Raúl Alfonsín, permitió el acceso, pero para quienes tenían dinero. En 2002 se votó la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable y se creó el programa de Salud Sexual y Derechos Reproductivos, en el Ministerio de Salud de la Nación que garantizó el reparto gratuito de anticonceptivos.

Los derechos sexuales se profundizaron, en 2020, con la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Argentina se convirtió en un ícono para el mundo, a través del pañuelo verde, reconvertido en un símbolo internacional de la lucha por los derechos sexuales y reproductivos. La liberación sexual no es solo una pildora y, además de poner el cuerpo, las mujeres tienen derecho a decidir y a disfrutar.