Hasta las 10 de este miércoles, Rocío Villarreal (35) había hablado por teléfono con sus familiares. Incluso, uno de sus dos hijos había ido a la escuela. Lo que sucedería luego en el interior de la casa de la ciudad de Tres Arroyos sería el principio de un horror: la mujer aparecería asesinada de una puñalada y el padre de los chicos se convertiría en el principal sospechoso.
Pero el espanto sería mayor aún y se conocería sobre este mediodía en la localidad de San Cayetano, cerca de Necochea y que dejaría en shock a varios de los policías que estuvieron en la escena de lo que en principio era un siniestro vial: los cuerpos de los dos niños, de 5 y 10 años, hijos de Rocío, a la vera de la ruta 228 y el presunto autor del femicidio y del crimen de los dos menores muerto sobre el asfalto, después de haberse tirado debajo de un camión.
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